Espirulina, maca, chía, quinoa o açaí son alimentos comúnmente calificados como “superalimentos”, pero, aunque son ricos en nutrientes, están lejos de tener “superpoderes”. A los alimentos que han caído en el saco de esta etiqueta se les suelen atribuir compuestos beneficiosos cuyo consumo aislado podría servir para prevenir, o incluso curar, ciertas enfermedades. ¿Pero de dónde proviene este término? ¿Y qué hay de verdad en él? ¿Se trata de un mito o de una realidad?