En los últimos años, el término “adaptógenos” ha ganado popularidad en redes sociales. Se consideran compuestos naturales -como plantas, raíces y hongos- que ayudan al cuerpo a tolerar el estrés, entre otras cualidades. Algunos de ellos se usan desde hace miles de años como remedios naturales en la medicina Ayurveda o la medicina tradicional china. Pero, ¿qué hay de cierto en todo ello? ¿Cómo hay que consumirlos?
¿Qué son los adaptógenos y cómo actúan en nuestro cuerpo?
El concepto de adaptógeno fue impulsado por el científico Nicolai Lazarev, en los años 40. Se definían como sustancias que:
- Mejoran la tolerancia a estresores físicos, químicos o biológicos.
- Tienen un efecto normalizador reforzando la homeostasis corporal.
- Son inocuas y seguras.
Parece ser que estas sustancias actúan a través de distintos mecanismos. Uno de los más estudiados es la modulación del eje hipotálamo-hipófisis-adrenal (HHA), el sistema encargado de gestionar la respuesta al estrés, entre muchas otras cosas. El consumo de ciertos adaptógenos puede inhibir la síntesis excesiva de cortisol, la denominada “hormona del estrés”.
Algunos de los compuestos considerados adaptógenos más utilizados son:
- Ginseng (Panax ginseng). Es una planta que ha sido usada durante años con fines medicinales. Hoy en día, se encuentra en distintos formatos como en cápsulas, en polvo, infusiones, etc. Se ha asociado a un aumento de la capacidad de resistencia al estrés, mayor vitalidad y fortalecimiento del sistema inmune, entre otras cosas.
- Ashwagandha (Withania somnifera), planta cuyos principales beneficios son la reducción del estrés y la ansiedad. Además también se le atribuyen otras propiedades como la mejora del sueño, del control de la glucemia, del estado de ánimo y del rendimiento físico.
- Rodiola (Rhodiola Rosea), se trata de una raíz que se usa para reducir los efectos de la fatiga y el estrés. Además, está presente en la composición de varios complementos alimenticios orientados a mejorar la concentración.
- Maca (Lepidium meyenii). Es una raíz cuyos beneficios más destacados están relacionados con la salud sexual, pues contribuye al equilibrio hormonal, aumenta la libido (actúa como afrodisíaco) y la fertilidad.
Otros ejemplos de adaptógenos son el hongo reishi, el cordyceps, la bacopa o el eleuterococo.
Riesgos y precauciones de su consumo
Como no es oro todo lo que reluce y, a pesar de la teoría de que las sustancias denominadas adaptógenos son seguras y no tóxicas, la realidad es que su consumo no siempre está exento de riesgos. Antes de consumir cualquiera de ellas es importante tener en consideración diversos aspectos:
- Muchas de estas sustancias se comercializan en forma de complementos alimenticios, lo que implica que ni la dosis ni la calidad están controladas por las autoridades sanitarias.
- Pueden haber interacciones con medicamentos y/o determinados alimentos. Por ejemplo, el ginseng puede interferir con fármacos anticoagulantes.
- Pueden tener efectos secundarios. Por ejemplo, la Ashwagandha puede ocasionar apatía, somnolencia, daño hepático, trastornos digestivos, etc. El ginseng, en cambio, puede tener efectos adversos como el nerviosismo, el insomnio y el dolor de cabeza.
A pesar de que algunas plantas pueden brindar beneficios en contextos concretos, los adaptógenos no son la solución al estrés. La evidencia científica actual es insuficiente como para poder recomendar su uso de forma generalizada. Antes de tomar un suplemento, por mucho que sea natural, es importante consultar con un profesional sanitario y valorar el riesgo-beneficio. Este podrá aconsejar de forma personalizada qué tipo de adaptógeno, en qué formato y si es realmente conveniente.
Si buscas reducir el estrés, hay determinados hábitos que ejercen un papel clave en su manejo: seguir una alimentación saludable, descansar adecuadamente, realizar ejercicio físico de forma regular o practicar meditación, entre otros. No debemos descuidar estas medidas, pues son los pilares de nuestro bienestar.


