Los dispositivos electrónicos nos rodean y son parte esencial del día a día. Sin embargo, cada vez hay más evidencia sobre los riesgos del uso de pantallas en niños y adolescentes. Las investigaciones más recientes alertan sobre su impacto en la salud física, emocional y cognitiva.
¿Cuánto tiempo pasamos frente a una pantalla?
Según el proyecto europeo SCREENS, una persona promedio pasa casi siete horas diarias frente a una pantalla. En familias con menores, limitar ese tiempo durante el ocio se traduce en un aumento significativo de actividad física en los niños. En adultos, además, mejora el sueño y el bienestar emocional.
Influencia de los adultos en el uso infantil
La investigación ha concluido que los hábitos de los progenitores respecto a los dispositivos con pantalla, sus actitudes hacia el uso de los mismos y las normas de utilización de estos aparatos en el hogar están estrechamente relacionados con el uso recreativo de las pantallas por parte de sus hijos.
El impacto de las pantallas según la AEP
“En la actualidad, ya nadie duda de que los medios digitales afectan a la salud a todos los niveles, y a cualquier edad”, explica la doctora María Salmerón, coordinadora del grupo de trabajo de Salud Digital de la Asociación Española de Pediatría.
La primera vez que se alertó sobre el impacto del empleo de las pantallas por los niños fue en 2016 y lo hizo la Academia Americana de Pediatría. Desde entonces han ido en aumento los ensayos clínicos que confirman el impacto del uso excesivo de pantallas en la infancia y adolescencia. Los efectos son multifactoriales y se notan en áreas como:
- Sueño: un mayor uso de las redes sociales y los videojuegos en edades tempranas se asocia con un menor número de horas en la cama, con acostarse más tarde y con una mayor latencia del inicio del sueño. Además, utilizar pantallas antes de acostarse produce un aumento de somnolencia diurna, una disminución de la somnolencia nocturna, una reducción de la secreción de la melatonina, un retraso del reloj circadiano y un descenso y retraso del sueño REM. Todos estos factores favorecen un estado de ánimo depresivo, alteraciones de la conducta, una baja autoestima y la modificación del desarrollo cerebral.
- Alimentación: algunos estudios asocian el tiempo frente al televisor con una dieta menos saludable, que favorece el consumo de alimentos hipercalóricos y, con ello, aumenta el riesgo de sobrepeso y obesidad.
- Actividad física: otros estudios señalan que los adolescentes que ya tienden al sedentarismo pasan más tiempo usando pantallas. Por el contrario, la limitación de su empleo acaba acarreando más actividad física en niños y adolescentes.
- Salud cardiovascular: la falta de ejercicio físico acaba acarreando problemas cardiovasculares y aumenta el riesgo de desarrollar síndrome metabólico. Por el contrario, se ha vinculado la reducción del tiempo con dispositivos electrónicos con una reducción de la presión arterial y un aumento del colesterol HDL.
- Fatiga visual: el ojo seco, la picazón ocular, el lagrimeo, la sensación de tener un cuerpo extraño en el ojo o la visión borrosa son algunos de los síntomas causados por el exceso de pantallas, así como el dolor cervicolumbar, la fatiga general y la cefalea. Además, favorecen especialmente la miopía progresiva y el estrabismo agudo.
Recomendaciones por edad
De 0 a 6 años
Se recomienda no emplearlas e indica que no existe un tiempo seguro de uso. Como excepción y bajo supervisión de un adulto, usarlas solo para el contacto social.
De 7 a 12 años
El uso de las pantallas puede ser de menos de una hora, incluyendo el tiempo escolar. Se aconseja limitar la utilización de los dispositivos con acceso a Internet y pactar límites claros en tiempo y contenidos. La AEP pide priorizar factores protectores como las actividades deportivas o las relaciones con iguales cara a cara.
De 13 a 16 años
Se recomienda que no usen las pantallas más de dos horas, incluyendo el tiempo escolar y los deberes. Si se permite el acceso a los dispositivos, es esencial instalar herramientas de control parental.