El estado de shock es una emergencia médica grave que puede poner en riesgo la vida. Se produce cuando el cuerpo no recibe suficiente riego sanguíneo para mantener la función adecuada de órganos vitales, como el corazón y el cerebro. Esta falta de irrigación y oxígeno puede provocar un daño tisular irreversible y, sin atención inmediata, llevar a la muerte.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el shock es una situación crítica que requiere intervención urgente para restaurar la circulación y evitar complicaciones fatales.
Diferentes tipos de estado de shock
El estado de shock se define como una insuficiente perfusión sanguínea que afecta el suministro de oxígeno y nutrientes a los tejidos, causando deterioro celular. Este fenómeno puede ocurrir de diferentes formas, las cuales se clasifican principalmente en:
- Shock circulatorio: se produce cuando el corazón no puede bombear sangre suficiente debido a enfermedades cardíacas.
- Shock hipovolémico: causado por una pérdida significativa de líquidos o sangre, por ejemplo, si se sufren hemorragias, quemaduras o deshidratación.
- Shock cardiogénico: ocurre cuando el corazón pierde su capacidad de bombeo eficaz, común en infartos agudos.
Causas comunes del estado de shock
El shock puede desencadenarse por múltiples situaciones, como:
- Accidentes con hemorragias graves (shock hipovolémico).
- Infartos de miocardio (shock cardiogénico o circulatorio).
- Infecciones severas que provocan shock séptico.
- Quemaduras extensas.
- Vómitos y diarreas prolongadas que ocasionan deshidratación.
- Reacciones adversas a medicamentos.
Síntomas del shock
Reconocer los signos del estado de shock es fundamental para actuar con rapidez. Los síntomas más habituales incluyen:
- Palidez y piel fría y húmeda.
- Sudoración excesiva.
- Pulso rápido y débil (taquicardia).
- Respiración acelerada y superficial.
- Tensión arterial baja (hipotensión).
- Mareo, náuseas o vómitos.
- Pupilas dilatadas.
- Ansiedad, agitación o apatía.
- Sed intensa.
Cómo actuar ante un estado de shock
El tratamiento inicial es clave para la supervivencia del paciente. Según la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), “el shock circulatorio se considera una urgencia médica, y es muy importante detectarlo y tratarlo rápidamente para evitar que llegue a progresar hasta una situación irreversible”. Los primeros pasos son:
- Llamar inmediatamente a los servicios de emergencia.
- Colocar al paciente tumbado de espaldas, en posición horizontal.
- Calmar y tranquilizar al afectado para reducir la ansiedad.
- Mantener la temperatura corporal, cubriéndolo con una manta para evitar hipotermia.
- Elevar las piernas unos 30 centímetros (si no hay lesiones en las extremidades inferiores).
- Aflojar la ropa que pueda estar ajustando el tórax o áreas lesionadas.
- No administrar alimentos ni líquidos hasta que haya una valoración médica.
La persona que presenta un estado de shock siempre debe ser trasladada a un centro hospitalario lo más rápidamente posible para que los especialistas puedan administrar un tratamiento de forma precoz, ya que es la única manera de mejorar la supervivencia de esta enfermedad, según afirma la SEMI. Y es que, si no se detiene la situación de shock, se pueden lesionar gravemente los diferentes órganos y provocar la muerte del afectado.
La rápida identificación y respuesta ante un estado de shock puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte. La formación en primeros auxilios y el conocimiento de estos protocolos básicos son esenciales para profesionales y también para el público en general.