A la hora de interpretar una analítica, se suele poner el foco en el colesterol total o en el LDL (el “malo”). Sin embargo, los triglicéridos, aunque muchas veces son los “eternos olvidados”, tienen un papel crucial en nuestra salud. Presentar unos niveles altos en sangre, una condición conocida como hipertrigliceridemia, puede aumentar considerablemente el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares y problemas metabólicos. Aquí te explicamos qué son los triglicéridos y por qué es importante controlarlos.
¿Triglicéridos o colesterol?
Para entender cómo funcionan y su impacto en nuestra salud, primero hay que diferenciar entre triglicéridos y colesterol:
- Triglicéridos: Son un tipo de grasa presente en la sangre. Están formados por una molécula de glicerol unida a tres ácidos grasos. Desempeñan un rol esencial como fuente de energía del organismo y provienen especialmente de la alimentación (comidas ricas en lípidos, carbohidratos y azúcares) y de la producción que hace el hígado a partir del exceso de hidratos de carbono y azúcares simples. Es decir, cuando comemos, el cuerpo transforma las calorías que no necesita en ese momento en triglicéridos y las almacena en las células adiposas. Entre comidas, las hormonas liberan esos triglicéridos para obtener energía.
- Colesterol: Es también un tipo de grasa esencial para el organismo, que contribuye a la formación de células y hormonas. Como los triglicéridos, se obtiene de la alimentación (principalmente de alimentos de origen animal) o sintetizado por el hígado. Se suele diferenciar entre el colesterol LDL (“malo”) y HDL (“bueno”): el primero transporta colesterol del hígado a los tejidos, mientras que el segunro ayuda a eliminar el exceso de colesterol de la sangre.
En resumen, ambos son lípidos que circulan en la sangre y que deben mantenerse en rangos saludables para prevenir afecciones de salud.
¿Cuáles son los valores normales?
Un simple análisis de sangre en ayunas puede mostrar los niveles de triglicéridos de nuestro organismo. Según las guías clínicas (como las del NCEP ATP III y la American Heart Association), lo ideal es que estén por debajo de 150 miligramos por decilitro (o menos de 1,7 milimoles por litro). Hasta los 199 mg/dL se considera un nivel límite alto; de 200 a 499 mg/dL ya se contempla como nivel elevado, y mayor a 500 mg/dL es un nivel de triglicéridos muy alto, con riesgos importantes para la salud.
Riesgos asociados a los triglicéridos elevados
Tener unos niveles altos de triglicéridos puede ser un indicador de diversas afecciones. Y es que no solo reflejan un desequilibrio lipídico, sino que pueden asociarse a la presencia de condiciones metabólicas subyacentes como obesidad, síndrome metabólico y resistencia a la insulina. Por ejemplo:
- La hipertrigliceridemia se relaciona con un mayor riesgo cardiovascular, ya que favorece la formación de placas ateroscleróticas en las arterias, contribuyendo a su estrechamiento y disfunción.
- Niveles muy elevados de triglicéridos pueden propiciar la aparición de pancreatitis aguda, una inflamación severa del páncreas con potencial riesgo para la vida.
- Los triglicéridos altos suelen coexistir con resistencia a la insulina, obesidad abdominal, hipertensión y dislipidemia, conformando un conjunto de factores que aumentan el riesgo cardiovascular.
- Todo ello está estrechamente relacionado con la resistencia a la insulina, favoreciendo el desarrollo y empeoramiento de la diabetes mellitus tipo 2.
- El exceso de triglicéridos puede acumularse en el hígado, provocando hígado graso no alcohólico que, si progresa, puede causar inflamación hepática y fibrosis.
¿Cómo bajar los niveles de triglicéridos?
Al igual que sucede con el colesterol, en muchos casos, adoptar un estilo de vida saludable puede ayudar a reducir significativamente los triglicéridos y el riesgo asociado de sufrir enfermedades cardiovasculares o metabólicas. Aquí te dejamos las estrategias más efectivas:
Adopta una dieta saludable
- Reduce: el consumo de azúcares y carbohidratos refinados (dulces, refrescos, pan blanco, bollería).
- Aumenta: la ingesta de alimentos ricos en fibra como frutas, verduras y granos enteros (avena, quinoa, arroz integral).
- Incorpora: grasas saludables como las que se encuentran en el aceite de oliva, las nueces, los aguacates y los pescados grasos ricos en Omega-3 (salmón, caballa, sardinas).
- Modera: el consumo de grasas animales, eligiendo siempre opciones proteicas magras como el pollo sin piel, el pavo, las claras de huevo o los productos lácteos desnatados.
Practica ejercicio regularmente
- Dedica al menos media hora diaria a la actividad física. Incluso un paseo vigoroso puede marcar la diferencia.
- El ejercicio no solo ayuda a bajar los triglicéridos, sino que también favorece el aumento del colesterol HDL (el “colesterol bueno”).
Evita el sobrepeso
- Perder peso y mantenerse en un rango saludable puede mejorar drásticamente los niveles de triglicéridos.
- Es fundamental establecer metas realistas y consultar siempre a profesionales de la salud para seguir un plan de pérdida de peso seguro y efectivo.
Limita el consumo de alcohol
- Aunque solemos asociar el alcohol con los problemas de hígado o el aumento de peso, también es un factor importante en la hipertrigliceridemia. Las bebidas alcohólicas son ricas en calorías y azúcares, y, al consumirlas, el hígado las convierte en ácidos grasos. En este proceso, aumenta la producción de triglicéridos, se reduce la capacidad del hígado de eliminar grasas de la sangre y puede aparecer resistencia a la insulina.
- Se recomienda reducir al máximo la ingesta de alcohol y, en casos de triglicéridos superiores a 200 mg/dL, lo ideal es eliminar esta sustancia de la dieta.
- Los licores con azúcar como el ron o el whisky y la cerveza son las bebidas con alcohol que más elevan los triglicéridos.
Consulta a un profesional
- Aunque muchas veces no causan síntomas, los triglicéridos altos pueden ser un enemigo silencioso. Consultar a un profesional de la salud es esencial para evitar complicaciones y recibir un tratamiento personalizado y seguro.
- Los casos graves de hipertrigliceridemia pueden requerir, además de cambios en la dieta y el estilo de vida, tratamiento médico a base de fármacos como los fibratos, suplementos de omega-3 o vitamina B3, estatinas o insulina.
- La hipertrigliceridemia no siempre se cura, pero suele controlarse con éxito. Si la causa es reversible, los niveles pueden normalizarse; si es genética, requiere tratamiento continuo.
Recuerda: monitorear tus triglicéridos es tan importante como vigilar el colesterol. Con cambios en el estilo de vida y en la alimentación, y con la ayuda de un profesional sanitario, puedes tomar el control de tu salud cardiovascular.