Hace menos de cien años que los humanos empezamos a fabricar plástico. Se trata de un producto impermeable, resistente, maleable y barato y, al parecer, omnipresente en el planeta Tierra. Se ha encontrado plástico en los puntos más remotos, como la nieve de la Antártida o en la fosa de las Marianas; y los más cercanos, como el aire, la comida o el agua. De hecho, hay microplásticos en nosotros mismos: nuestro cuerpo lo almacena y se puede encontrar en riñones, pulmones, testículos, útero y, sobre todo, en el cerebro.