Durante el verano, el cabello se enfrenta a múltiples factores que pueden comprometer su salud, como la humedad, temperaturas elevadas, exposición constante a la radiación solar o contacto con agentes químicos como el cloro. Todo ello puede dejar el pelo seco, opaco y quebradizo si no se le proporcionan los cuidados adecuados. ¿Pero qué elementos específicos dañan realmente la fibra capilar y, lo más importante, cómo protegerla para mantenerla fuerte y vibrante durante toda la temporada estival?
En este artículo recogemos lo que la ciencia dice sobre salud capilar y los mejores consejos para prevenir daños en la estructura del cabello.
Estructura capilar: cómo es el cabello
Cuando hablamos de estructura capilar hacemos referencia a la composición y organización de cada hebra de cabello; es decir, cómo está formado anatómicamente. Conocer esta estructura es fundamental para entender cómo tratar y cuidar el pelo de manera adecuada, ya sea en el ámbito de la peluquería, la estética o la salud capilar.
Las partes principales del pelo son la corteza, la médula y la cutícula, y está compuesto básicamente por queratina, una proteína que le da resistencia, firmeza y flexibilidad. Además, contiene un 10-15 % de agua, que le ayuda a mantener la hidratación y elasticidad; lípidos, que le dan protección; minerales y oligoelementos como el zinc, el hierro y el cobre, y pigmentos como la melanina. La combinación de estos elementos es lo que da la estructura y características propias a cada cabello.
Factores responsables del daño capilar
La combinación de radiación solar intensa, cloro de las piscinas, salinidad del mar y aumento de la humedad ambiental contribuye a la deshidratación profunda de la fibra capilar. Estos factores provocan que el pelo pierda su elasticidad natural, se vuelva quebradizo, opaco y más propenso a la rotura. ¿Sabes qué dicen los estudios dermatológicos y tricológicos sobre cómo impactan estos elementos en la salud de nuestro cabello?
Radiación ultravioleta (UVA y UVB)
La radiación ultravioleta penetra en las capas externas del cabello y desencadena procesos oxidativos severos que lo debilitan desde dentro, especialmente en cabellos texturizados, tal y como explican la Dra. Eva Markiewicz y el Dr. Olusola C. Idowu, autores de varias investigaciones publicadas en la revista científica Cosmetics.
- Los rayos UVB son la principal causa de las quemaduras solares y de envejecimiento celular, y afectan directamente a la estructura del cabello. Rompen proteínas como la queratina y dañan aminoácidos clave, lo que debilita los enlaces internos del pelo encargados de mantener la fibra fuerte y flexible. Como resultado, el cabello pierde resistencia, se vuelve más frágil y con una textura áspera.
- Los rayos UVA penetran más profundamente y su efecto es acumulativo. A largo plazo, causan daños como el envejecimiento prematuro de la piel, manchas, arrugas y flacidez. En el cabello, estos rayos oxidan la melanina, provocando una fotodegradación del color natural que vuelve el cabello más claro o amarillento.
➡️ Para evitar este debilitamiento estructural de las fibras capilares, se recomienda el uso de protectores solares capilares con filtros UV, ya sea en forma de espray, aceites o cremas, además de barreras físicas como sombreros de ala ancha o pañuelos.
Agua salada y cloro
El agua de mar puede debilitar el cabello y dejarlo más poroso, menos elástico y con mayor tendencia al frizz. Además, potencia la pérdida de brillo y, en cabellos teñidos, puede hacer que el color se desvanezca.
- El cloruro de sodio (sal), el magnesio y el calcio que se encuentran en el agua de mar provocan lo que se conoce como “desequilibrio osmótico”. Es decir, extraen la humedad del cabello, dejando la fibra capilar seca y quebradiza.
- Al meterte en el agua con el cabello seco, los cristales de sal presentes en el agua se depositan sobre la cutícula y, con el roce y el viento, van dañando la estructura capilar.
- Además, el agua de mar tiene un pH alcalino, superior al pH del cabello, lo que hace que la cutícula se abra y sea más vulnerable a la radiación solar.
El cloro es un agente oxidante que se usa para desinfectar piscinas, el cual ataca las proteínas y los lípidos del cabello.
- Oxida los lípidos naturales del tallo capilar (ácidos grasos y ceramidas), eliminando la capa hidrolipídica protectora.
- Interactúa con los pigmentos del cabello (sobre todo con rubios y teñidos), generando compuestos como el cobre, que puede dar un tinte verdoso al cabello.
- Disuelve parcialmente la capa externa del cabello, lo que aumenta su porosidad y fragilidad.
➡️ Para proteger el cabello en la playa o la piscina, hay que humedecerlo antes del baño y aplicar un protector resistente al agua, distribuyéndolo bien por todo el pelo. Si es posible, lo ideal es hacerse un moño o trenza para evitar el roce. Tras el baño, hay que enjuagar el pelo con agua dulce y lavarlo con un champú suave. Posteriormente, lo recomendable es usar acondicionador o mascarilla.
Humedad ambiental
La humedad ambiental afecta el contenido de agua de la fibra capilar y rompe los enlaces físicos que le dan estructura. En cabellos porosos, esta absorción es irregular, provocando que la fibra se hinche de forma desigual y aparezca el frizz.
➡️ Para impedirlo, hay que usar productos que recubran y sellen la cutícula. Para ello, hay que elegir cosméticos capilares con un pH ácido, de entre 3,5 y 4,5, y fórmulas con polímeros fijadores ligeros y selladores térmicos.
La prevención es clave
El cabello no tiene capacidad de autorreparación. A diferencia de la piel, una vez dañado, no puede regenerarse por sí solo. Esto significa que cualquier daño acumulado –por el sol, el cloro, la sal del mar o el calor– es permanente. Por eso, para cuidar el pelo en verano es esencial adoptar una rutina preventiva y consciente.