Los laboratorios cosméticos han reconocido las valiosas propiedades de la rosa mosqueta, incorporando este ingrediente en cremas, lociones y, sobre todo, en el aceite puro extraído de las semillas de esta planta. También llamada rosa rubiginosa, se trata de un arbusto silvestre originario de Europa —con cultivo especialmente extendido en Reino Unido— y que crece de forma natural en el sur de la cordillera de los Andes, en Chile y Argentina.
Composición y extracción del aceite de rosa mosqueta
Los frutos de la rosa mosqueta son ricos en ácido ascórbico (vitamina C), además de contener vitamina A, riboflavina, ácido nicotínico, málico, cítrico y azúcares. El aceite, obtenido por prensado en frío de las semillas, presenta un alto contenido en vitaminas A, C, E, B1 y B2, y en ácidos grasos esenciales poliinsaturados —principalmente ácido linoleico, linolénico y oleico—, que desempeñan un papel fundamental en la síntesis de colágeno y en la regeneración celular, según la European Medicines Agency.
Este aceite rojizo es muy ligero, lo que facilita una rápida absorción, y destaca por su pH cercano a 5,1, lo que lo hace compatible con la piel sin causar efectos adversos ni obstrucción de los poros. Además, es inoloro y tiene una agradable textura.
Beneficios dermatológicos del aceite de rosa mosqueta
El aceite puro de rosa mosqueta es reconocido por sus propiedades regenerativas, cicatrizantes e hidratantes. Su contenido en ácido trans-retinoico (tretinoína natural) ayuda a combatir el fotoenvejecimiento, mejorar la apariencia de las arrugas y reducir cicatrices y estrías. Además, gracias a su acción antioxidante neutraliza los radicales libres, principales responsables del envejecimiento cutáneo, y favorece la oxigenación de los tejidos.
Todas estas cualidades convierten a la rosa mosqueta en un recurso valioso en tratamientos para cicatrices quirúrgicas, quemaduras, úlceras por presión y manchas solares, siendo ampliamente recomendada en dermatología reparadora.
Además, el consumo de infusiones de rosa mosqueta, ricas en vitamina C, ha demostrado efectos beneficiosos para reforzar el sistema inmunitario y como apoyo en problemas digestivos y renales.
Indicaciones y precauciones en el uso del aceite de rosa mosqueta
El alto poder hidratante y nutritivo del aceite lo hace especialmente indicado para pieles secas o envejecidas. Sin embargo, debido a su composición rica en ácidos grasos no se recomienda para pieles grasas o con acné seborreico, en las que podría agravar el problema.
Entre sus efectos dermatológicos más destacados, el aceite de rosa mosqueta ofrece múltiples beneficios clínicos respaldados por su composición rica en antioxidantes, vitaminas y ácidos grasos esenciales:
- Reducción y prevención de arrugas y líneas de expresión: combate los radicales libres, estimula la síntesis de colágeno y elastina, mejorando la elasticidad y firmeza de la piel.
- Atenuación de hiperpigmentaciones y manchas solares: favorece la renovación celular y regula la producción de melanina, ayudando a unificar el tono de la piel.
- Prevención y tratamiento de estrías: especialmente útil durante el embarazo, mantiene la piel hidratada y flexible, reduciendo la aparición de estrías y atenuando las existentes.
- Mejora en la cicatrización de quemaduras, acné y heridas quirúrgicas: acelera la cicatrización y reduce cicatrices hipertróficas o queloides.
- Tratamiento complementario en úlceras por decúbito y vasculares: contribuye a mejorar la calidad de la piel y la recuperación de lesiones crónicas.
- Soporte en enfermedades cutáneas inflamatorias: útil en dermatitis atópica, psoriasis y eczemas, ayuda a calmar la inflamación, aliviar el picor y fortalecer la barrera cutánea.
Estas indicaciones hacen del aceite puro de rosa mosqueta un recurso valioso en la práctica dermatológica, con respaldo de estudios científicos y recomendaciones de entidades como la Academia Española de Dermatología y Venereología.