Aunque a menudo se perciben como un problema meramente estético, las varices son, de hecho, una enfermedad de carácter crónico que afecta al sistema venoso superficial. Se caracterizan por la dilatación permanente y anormal de las venas, visibles principalmente bajo la piel, sobre todo en las piernas. Su aparición se relaciona con una alteración en el retorno venoso, lo que impide que la sangre fluya adecuadamente de regreso al corazón.
La prevalencia es notable: se estima que hasta un 70% de la población adulta puede verse afectada por varices en distintas etapas de su vida, siendo más frecuentes en mujeres debido a factores hormonales y genéticos, tal y como explica la Sociedad Española de Angiología y Cirugía Vascular (SEACV).
Insuficiencia venosa: la causa principal de las varices
Las venas de nuestras piernas trabajan arduamente para llevar la sangre de regreso al corazón. Para ello cuentan con válvulas unidireccionales que se abren para permitir el flujo sanguíneo ascendente y se cierran para evitar el retroceso. Cuando estas válvulas se debilitan o dañan, se produce reflujo venoso, lo que provoca acumulación de sangre y aumento de la presión. Como consecuencia, las venas pueden dilatarse y volverse tortuosas. Esta condición es lo que se conoce como insuficiencia venosa crónica (IVC), y es la causa principal del desarrollo de varices.
Tipos de varices: clasificación médica CEAP
Las varices no son una condición única; se presentan en diversas formas y tamaños, y su clasificación ayuda a los profesionales de la salud a determinar el diagnóstico y el tratamiento más adecuados.
La clasificación CEAP (Clínica, Etiológica, Anatómica, Patofisiológica) es un sistema internacionalmente utilizado por especialistas en angiología y cirugía vascular para clasificar las enfermedades venosas crónicas, incluidas las varices. Esta clasificación permite una descripción pormenorizada de las afecciones venosas.
A continuación, exploramos los tipos más comunes de varices según diferentes criterios:
- Según su tamaño y apariencia:
- Telangiectasias o arañas vasculares: son pequeñas dilataciones capilares superficiales, rojizas o azuladas, justo debajo de la piel. Suelen aparecer en muslos, pantorrillas y tobillos y no suelen causar complicaciones, pero son un signo inicial de insuficiencia venosa.
- Varices reticulares: son venas subcutáneas de entre 1 y 3 mm de diámetro, visibles como una red azulada bajo la piel. Pueden acompañar o preceder a las varices tronculares.
- Varices tronculares: son dilataciones de venas principales, como la safena interna o externa. Son grandes (con un diámetro superior a los 3 mm), tortuosas y suelen causar síntomas y complicaciones como dolor, pesadez, enemas e incluso úlceras venosas, si no se tratan.
- Según su causa (etiología):
- Varices congénitas: están presentes desde el nacimiento, por malformaciones venosas. Y pueden coexistir con alteraciones linfáticas o arteriovenosas.
- Varices primarias: son las más frecuentes, vinculadas a predisposición genética y sin una causa secundaria identificable.
- Varices secundarias: son consecuencia de enfermedades como trombosis, traumatismos o fístulas arteriovenosas.
- Según su localización (anatomía):
- Sistema venoso superficial: afecta venas como la safena interna (longa) o safena externa (corta). Es donde se originan la mayoría de las varices tronculares y reticulares.
- Sistema venoso profundo: incluye venas como la femoral, poplítea, o ilíaca. Las varices de origen profundo suelen asociarse a cuadros graves de insuficiencia venosa crónica y requieren estudios específicos como el eco-Doppler.
- Venas perforantes: comunican las venas superficiales con las profundas. Cuando estas venas fallan, provocan reflujo bidireccional y sobrecarga del sistema superficial. Su afectación es frecuente en casos de úlceras venosas crónicas.
- Según el mecanismo causal (patofisiología):
- Varices por reflujo: aparecen cuando las válvulas no cierran bien y la sangre fluye en sentido inverso, sobre todo cuando la persona está de pie.
- Varices por obstrucción: se dan cuando existe un bloqueo en el flujo sanguíneo, como en casos de trombosis. El sistema venoso sufre un aumento de la presión y aparecen venas colaterales dilatadas.
- Varices por reflujo+obstrucción: Pueden coexistir los dos mecanismos anteriores, cosas que suele dificultar tanto el diagnóstico como el tratamiento.
La clasificación CEAP permite una descripción médica estructurada y detallada de las varices, lo que facilita su diagnóstico, seguimiento y tratamiento personalizado. Comprender esta clasificación no solo es útil para los profesionales de la salud, sino también para pacientes que desean tener un mayor control sobre su estado venoso y prevenir futuras complicaciones.
Factores de riesgo: ¿quiénes son más propensos?
- Genética: si los progenitores tienen varices, el riesgo de padecerlas aumenta.
- Género: son más comunes en mujeres, principalmente por factores hormonales.
- Edad: el riesgo de tener varices se eleva con el envejecimiento.
- Embarazo: durante ese periodo aumenta la presión venosa y el riesgo de aparición de varices.
- Obesidad o sobrepeso: es una condición que añade presión a las venas.
- Posturas prolongadas y sedentarismo: estar de pie o sentado mucho tiempo dificulta el retorno venoso y puede propiciar la aparición y agravamiento de las varices.
- Historial de trombosis: padecer ciertas enfermedades, como trombosis, eleva las posibilidades de desarrollar varices.
Síntomas de las varices: señales que no se pueden ignorar
Reconocer los síntomas de las varices en fases tempranas es fundamental para evitar complicaciones como trombosis, úlceras o insuficiencia venosa crónica. Aunque algunas personas pueden presentar varices sin molestias, en muchos casos los signos clínicos son evidentes y progresivos:
Sensación de piernas cansadas o pesadas
Es uno de los síntomas más frecuentes, especialmente al final del día o después de permanecer mucho tiempo de pie o sentado. Esta pesadez se debe al estancamiento de la sangre en las venas, lo que genera presión y fatiga muscular.
Dolor, calambres nocturnos o ardor
Muchas personas con varices experimentan dolor sordo, calambres musculares durante la noche o una sensación de ardor o pulsación en las piernas. Estos síntomas suelen empeorar con el calor y mejorar al elevar las piernas o usar medias de compresión.
Hinchazón (edema) en tobillos o pies
La acumulación de líquido en los tejidos blandos provoca edema, sobre todo en la zona de los tobillos al final del día. Este síntoma puede ser un signo de insuficiencia venosa en fases más avanzadas.
Cambios en la piel
En etapas más evolucionadas, la piel de la zona afectada puede presentar hiperpigmentación (manchas oscuras marrones), dermatitis o eccema venoso (picor y enrojecimiento), lipodermatoesclerosis (endurecimiento de la piel) y úlceras venosas, especialmente en el tercio inferior de la pierna, cerca del tobillo. Estas lesiones requieren atención médica urgente, ya que indican insuficiencia venosa crónica avanzada.
Picor o molestias alrededor de las venas
La piel sobre las venas dilatadas puede presentar irritación, picazón o sensación de calor. Este síntoma puede confundirse con afecciones dermatológicas, pero a menudo es causado por inflamación venosa local.
Prevención y tratamiento de las varices
La enfermedad venosa crónica es progresiva, pero su evolución puede ralentizarse o incluso detenerse con un enfoque terapéutico adecuado. El tratamiento debe individualizarse según la gravedad del cuadro clínico, la anatomía venosa y las necesidades del paciente.
Las siguientes medidas son fundamentales tanto para prevenir la aparición de varices como para aliviar los síntomas en estadios iniciales:
- Ejercicio físico regular. Actividades como caminar, nadar, hacer bicicleta o yoga activan la bomba muscular de la pantorrilla, favoreciendo el retorno venoso.
- Control del peso corporal. Reducir el exceso de peso disminuye la presión venosa en las piernas, lo que mejora la circulación y previene el deterioro de las válvulas venosas.
- Elevar las piernas periódicamente. Elevar las piernas por encima del nivel del corazón durante 15-20 minutos varias veces al día favorece el drenaje venoso y reduce la hinchazón.
- Uso de medias de compresión graduada. Las medias elásticas médicas ayudan a mejorar el retorno venoso y aliviar síntomas como el dolor y la fatiga. Deben ser prescritas por un especialista tras una evaluación clínica y un estudio hemodinámico (como el eco-Doppler).
- Dieta equilibrada y buena hidratación. Una dieta rica en fibra (para evitar el estreñimiento, que aumenta la presión intraabdominal) y una correcta hidratación ayudan a mantener un buen tono vascular.
- Evitar ropa ajustada. Especialmente en cintura, ingles y piernas, ya que puede dificultar el retorno venoso.
Cuando las medidas conservadoras no son suficientes, o cuando las varices son grandes, sintomáticas o presentan complicaciones, el especialista puede indicar tratamientos más específicos:
- Escleroterapia. Consiste en la inyección de un agente esclerosante en la vena afectada para sellarla y eliminarla. Es ideal para arañas vasculares y varices pequeñas.
- Láser endovenoso o radiofrecuencia. Técnicas mínimamente invasivas que sellan la vena desde dentro mediante calor. Son alternativas eficaces a la cirugía tradicional para tratar la safena interna o externa.
- Flebectomía ambulatoria. Extracción de varices superficiales mediante incisiones muy pequeñas, sin necesidad de hospitalización. Se realiza bajo anestesia local.
- Safenectomía (cirugía clásica). Resección completa de la vena safena interna o externa. Se reserva para casos donde no son aplicables otras técnicas menos invasivas.
Conclusión
Las varices no son solo un problema estético. Son una manifestación de un trastorno venoso que, si no se trata adecuadamente, puede avanzar y comprometer la salud vascular a largo plazo. Adoptar hábitos saludables, estar atento a los síntomas iniciales y consultar a tiempo con un especialista son las claves para prevenir complicaciones y mejorar la calidad de vida.