El vértigo es una alteración del equilibrio que genera una sensación ilusoria de movimiento o giro. La persona siente que el entorno gira a su alrededor o que su cuerpo se desplaza sin que exista un cambio real de posición, y también puede experimentar sensación de inestabilidad, náuseas o dificultad para caminar. Aunque en muchos casos se trata de una afección benigna, el impacto del vértigo sobre la calidad de vida puede ser considerable si no se trata adecuadamente.
Los episodios de vértigo pueden durar desde unos segundos hasta horas, dependiendo de la causa subyacente. Algunos episodios aparecen de forma repentina y desaparecen sin dejar secuelas, mientras que otros se repiten de manera crónica, afectando de forma significativa el día a día de la persona.
Tipos de vértigo y abordaje terapéutico más efectivo
El vértigo puede tener su origen en el sistema vestibular —una estructura ubicada en el oído interno que regula el equilibrio y la orientación espacial— o en el sistema nervioso central. Cuando alguna de estas áreas se ve alterada, se genera un conflicto en la información que llega al cerebro, provocando la sensación de vértigo.
El tratamiento del vértigo debe adaptarse al tipo específico que se presente. Por ello, es clave diferenciar entre vértigo periférico y vértigo central, ya que su origen y manejo clínico son distintos.
Vértigo periférico: el más frecuente
Este tipo representa la mayoría de los casos (casi el 80 %) y tiene su origen en el oído interno o en el nervio vestibular. A menudo se presenta de forma aguda y puede ser muy incapacitante, aunque suele tener buen pronóstico con el tratamiento adecuado. En este tipo de vértigo, las síntomas pueden ser resultado de:
- Vértigo posicional paroxístico benigno (VPPB): Se produce cuando los pequeños cristales del oído (octoconiales) se desplazan a zonas donde alteran el equilibrio. Los síntomas aparecen al mover la cabeza y duran segundos. Representan un tercio de los episodios de vértigo periférico.
- Neuritis vestibular: Es una inflamación del nervio vestibular, habitualmente causada por un virus, que provoca un vértigo intenso, continuo y sin alteración auditiva. Suele tratarse con corticosteroides.
- Enfermedad de Ménière: Es un trastorno crónico del oído interno que provoca crisis vertiginosas que pueden durar entre varios minutos y varias horas, con pérdida de audición, tinnitus y sensación de presión en el oído.
En estos casos, los tratamientos más efectivos para el vértigo periférico suelen incluir:
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- Maniobras físicas (como Epley o Semont), con una eficacia del 80-90 % en los casos de VPPB
- Rehabilitación vestibular personalizada, consistente en ejercicios de equilibrio y de estabilización visual, muy útiles en vértigo crónico o neuritis vestibular, tal y como indican los meta-análisis y estudios en pacientes con vértigo periférico.
- Apoyo farmacológico para aliviar síntomas agudos, como antihistamínicos, benzodiacepinas o antieméticos, que se utilizan para tratar crisis severas.
- Dieta adaptada para pacientes con enfermedad de Menière, generalmente baja en sal y diuréticos.
Vértigo central: origen neurológico
Es menos frecuente, se da en el 20 % de los casos, pero es potencialmente más grave, ya que está causado por alteraciones del sistema nervioso central. A menudo se asocia con otros síntomas neurológicos como visión doble, inestabilidad prolongada, dificultad para hablar o alteraciones motoras. Las causas más habituales son:
- Accidente cerebrovascular (ACV): puede afectar las zonas del cerebro que controlan el equilibrio, generando vértigo persistente y otros déficits neurológicos.
- Esclerosis múltiple: enfermedad autoinmune que afecta al sistema nervioso central, causando entre otros síntomas desequilibrio, vértigo y dificultad para coordinar movimientos.
- Tumores cerebrales: especialmente en la fosa posterior o en el tronco encefálico, donde se localizan los centros del equilibrio.
- Migraña vestibular: tipo de migraña que provoca episodios de vértigo con o sin dolor de cabeza, a menudo acompañada de sensibilidad a la luz o al sonido.
El abordaje del vértigo central es más complejo e implica la evaluación de un especialista en neurología. En este caso, el tratamiento más efectivo dependerá del diagnóstico específico y puede incluir:
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- Evaluación clínica detallada y pruebas específicas para diferenciar origen central de periférico.
- Imágenes médicas (resonancia magnética o angiografía) si se sospecha ACV, tumor o patología central.
- Tratamiento dirigido según diagnóstico específico: manejo de ACV, esclerosis múltiple o migraña, con fisioterapia neurológica o manejo farmacológico adecuado. En ciertos casos puede requerirse cirugía.
¿Es vértigo o mareo?
Aunque la intensidad de los síntomas puede variar de una persona a otra, hay signos característicos que permiten diferenciarlo de otros tipos de mareo o desequilibrio.
Sensación de giro o desplazamiento
Es el síntoma más característico. La persona siente que todo a su alrededor gira, aunque esté completamente quieta. Esta ilusión de movimiento puede ser leve o tan intensa que impida mantenerse en pie.
Pérdida del equilibrio
El vértigo suele ir acompañado de inestabilidad, sensación de “andar sobre una superficie inestable” o desequilibrio al caminar. Es una de las razones por las que se incrementa el riesgo de caídas, especialmente en personas mayores.
Náuseas y vómitos
El sistema vestibular está conectado con centros del cerebro responsables del control digestivo. Por eso, cuando hay una disfunción en el oído interno, es habitual que aparezcan náuseas o incluso vómitos, sobre todo en los episodios más agudos.
Zumbidos en los oídos (tinnitus)
Algunos tipos de vértigo, como los relacionados con la enfermedad de Ménière o una neuritis vestibular, pueden cursar con acúfenos o ruidos en los oídos. Estos pueden percibirse como silbidos, pitidos o pulsaciones.
Sudoración excesiva
Durante una crisis vertiginosa, es común que el cuerpo reaccione con una activación del sistema nervioso autónomo, provocando sudoración, palpitaciones o sensación de calor. Esta respuesta es involuntaria y forma parte del cuadro clínico.
Fatiga y ansiedad
Las crisis repetidas pueden generar agotamiento físico y malestar emocional. Es frecuente que las personas afectadas por vértigo crónico desarrollen ansiedad anticipatoria o miedo a tener nuevos episodios en lugares públicos.
Pérdida de audición
No todos los tipos de vértigo implican alteraciones auditivas, pero en algunos casos, como el síndrome de Ménière, puede haber una pérdida de audición fluctuante. Esto suele ir acompañado de presión en el oído y tinnitus.
Características menos conocidas del vértigo
- Sensación de desorientación espacial: Más allá del típico “giro”, muchas personas experimentan dificultad para juzgar la posición de su cuerpo en el espacio, lo que aumenta el riesgo de caídas.
- Fatiga extrema tras los episodios: Los ataques de vértigo pueden generar un desgaste físico y mental significativo, provocando cansancio persistente incluso después de que la sensación desaparece.
- Relación con trastornos visuales: El vértigo puede estar asociado a problemas de coordinación entre el sistema vestibular (oído interno) y la visión, causando dificultad para enfocar o visión borrosa.
- Náuseas y vómitos: Aunque frecuentes, no todas las personas con vértigo experimentan malestar digestivo, lo que puede dificultar su identificación inicial.
- Posible aparición de acúfenos o pérdida auditiva: Sobre todo en vértigos de origen periférico, estos síntomas pueden coexistir y ayudar a localizar la causa.
- Efecto emocional: El vértigo puede desencadenar ansiedad o ataques de pánico, ya que la sensación de desequilibrio genera inseguridad y miedo a sufrir caídas.
- Síntomas que empeoran con la luz brillante o el movimiento rápido: Esto puede indicar un componente vestibular visual que requiere un abordaje específico.
Como conclusión
Ante la aparición de estos síntomas, especialmente si se repiten o se intensifican, es fundamental consultar con un profesional de la salud. Un diagnóstico temprano permite aplicar los tratamientos más efectivos para el vértigo, que van desde maniobras físicas hasta rehabilitación vestibular personalizada y, en algunos casos, tratamiento farmacológico.