Durante el verano, las altas temperaturas pueden afectar el funcionamiento del corazón y el sistema circulatorio, aumentando el riesgo de deshidratación, arritmias y otros problemas que comprometen nuestra salud cardiovascular. Teniendo en cuenta que las afecciones cardíacas y de los vasos sanguíneos son la principal causa de muerte en todo el mundo, en esta época del año es conveniente extremar las precauciones.
El doctor Armando Pérez de Prado, presidente de la Asociación de Educación en Procedimientos de Intervencionismo en Cardiología (EPIC), explica que “durante la temporada estival, las temperaturas son más elevadas y eso favorece la pérdida de líquidos por la sudoración excesiva, acompañada de una pérdida de electrolitos básicos para equilibrar el organismo”. Estas alteraciones pueden provocar una deshidratación excesiva y arritmias que pueden llegar a ser graves o incluso fatales, y afectar a todo tipo de personas, incluso a las sanas y sin patologías previas. “En aquellos pacientes que padecen enfermedades cardiovasculares y ya están bajo tratamiento con fármacos que condicionan una pérdida de líquidos, sodio y potasio, entre otros componentes, esta situación puede agravar una patología basal de una manera irreversible”, advierte Pérez de Prado.
Además, el calor favorece la vasodilatación y la caída de la tensión arterial, aumentando la frecuencia cardíaca, lo que puede desencadenar episodios de pérdida de conocimiento con graves consecuencias para la salud.
Hábitos veraniegos que ponen a prueba el corazón
En verano, nuestros hábitos cambian y nuestro ritmo de vida se modifica. Los comportamientos que pueden hacer peligrar la salud cardiovascular y que deben considerarse para proteger la salud en épocas de calor son los siguientes:
Hidratación insuficiente y consumo de alcohol
Durante la temporada estival, es común que las personas reduzcan la ingesta de agua debido a diversos factores, como cambios en la rutina o la preferencia por bebidas más refrescantes. Sin embargo, esta disminución en la hidratación puede tener consecuencias graves para la salud cardiovascular, ya que el organismo requiere un adecuado nivel de líquidos para mantener la presión arterial estable y favorecer el correcto funcionamiento del sistema circulatorio.
Por otro lado, el consumo de alcohol suele aumentar en verano, especialmente en reuniones sociales y celebraciones. Las bebidas alcohólicas no solo contribuyen a la deshidratación, sino que también pueden elevar la presión arterial y aumentar el estrés sobre el corazón, incrementando el riesgo de episodios hipertensivos y otros trastornos cardiovasculares.
Dieta desequilibrada
En general, en esta época se consume menos comida casera y los hábitos alimenticios tienden a modificarse, con un aumento en el consumo de alimentos procesados, ricos en sal y grasas saturadas. Estos productos pueden provocar retención de líquidos, que eleva la presión arterial y genera una mayor carga para el sistema circulatorio.
Además, una dieta desequilibrada contribuye al sobrepeso y la obesidad, factores de riesgo reconocidos para enfermedades del corazón y accidentes cerebrovasculares. Mantener una alimentación rica en frutas, verduras, pescado azul y baja en sal es fundamental para proteger la salud del sistema circulatorio durante esta época del año.
Más sedentarismo o deporte mal gestionado
El verano es un momento en que muchas personas aprovechan para aumentar su actividad física, lo cual es beneficioso si se realiza de manera adecuada y con precauciones frente al calor. Sin embargo, otras personas optan por un estilo más sedentario, lo que puede afectar negativamente la salud cardiovascular. La falta de ejercicio contribuye a la acumulación de factores de riesgo como la hipertensión, la obesidad y el colesterol alto.
Por otro lado, practicar deporte de forma inadecuada o en horarios de mucho calor puede provocar agotamiento, deshidratación o incluso complicaciones cardíacas en personas vulnerables. Por ello, es importante mantener una actividad física regular y adaptada, siempre respetando las condiciones climáticas y el estado de salud individual.
Señales de alerta
Es fundamental reconocer los síntomas que indican riesgo para la salud cardiovascular y actuar de forma inmediata:
- Malestar general y fatiga inexplicable.
- Falta de aire y dificultad para respirar.
- Dolor en el pecho con sudoración fría.
- Palpitaciones irregulares.
- Mareo o sensación de inestabilidad.
- Pérdida de conocimiento.
“Si esto se produce en pacientes con una enfermedad cardiovascular previa y en tratamiento farmacológico, se debe acudir al servicio de urgencias más próximo o incluso llamar a emergencias cuando el dolor precordial es intenso o se sufre una pérdida de conocimiento”, advierte el doctor Pérez de Prado.
Los básicos para una salud óptima en verano
Para minimizar los riesgos y proteger la salud cardiovascular, se deben considerar las siguientes medidas:
- Protegerse del calor, evitando salir durante las horas centrales del día y limitar la actividad física en esos momentos.
- No consumir tabaco ni alcohol.
- Llevar una dieta ligera y equilibrada, con poca sal y a base de verduras, pescado azul y frutas.
- Beber agua cada hora aproximadamente, incluso sin tener sed, y evitar las bebidas calientes, con cafeína o azucaradas, porque pueden favorecer la deshidratación.
- Usar ropa ligera, ventilar los espacios cerrados y ducharse con agua fresca o templada.
- Consultar con el médico para ajustar la medicación, especialmente en caso de tomar fármacos diuréticos o de seguir tratamientos para la hipertensión o la insuficiencia cardíaca.
En conclusión
El verano representa una época en la que ciertos hábitos y condiciones ambientales pueden poner en riesgo la salud del sistema cardiovascular. Mantener una hidratación adecuada, seguir una alimentación equilibrada y adaptar la actividad física a las condiciones climáticas son medidas clave para prevenir complicaciones. La prevención, junto con el seguimiento médico en personas con enfermedades, permite disfrutar de esta temporada de forma segura, protegiendo el bienestar general y reduciendo el impacto de los factores de riesgo sobre el corazón y el sistema circulatorio.