Los perros en los hospitales pasado de estar prohibidos a ser una parte indispensable. Cada vez adquieren más importancia en ciertas terapias y más clínicas se deciden a integrarlos como herramienta de trabajo para ayudar al bienestar de los pacientes.
¿Por qué la terapia asistida con perros es clave en hospitales?
Estas nuevas prácticas están avaladas por estudios como el publicado en la revista especializada en psicología Emotion, el cual asegura que pasar tiempo con un perro puede aumentar la felicidad y reducir la ansiedad.
Se ha demostrado que interaccionar con canes y otros animales domésticos pueden aumentar los niveles de oxitocina. Esta hormona, está asociada con la reducción de la presión arterial y los niveles de cortisol, la ansiedad y estimula comportamientos relacionados con el bienestar como las interacciones sociales positivas.
Además, otros estudios han mostrado que las interacciones con perros ayudan a disminuir los umbrales de dolor, lo que ha llevado a muchos centros de salud a introducirlos en sus rutinas. “Los estudios sobre las intervenciones con animales muestran cada vez más beneficios. Sobre todo en relación con la motivación y adhesión a las sesiones de trabajo, lo que permite a los profesionales de la salud alcanzar los objetivos establecidos para cada paciente.”, sostiene Nuria Máximo, coordinadora de la Cátedra Animales y Sociedad de la Universidad Rey Juan Carlos.
La catedrática señala que los tratamientos con perros pueden resultar un avance “respecto a la mejora de la movilidad global, la resistencia física, la coordinación global o las funciones cognitivas: atención, memoria, aspectos comunicativos y del habla; y, por supuesto, para todo lo que tiene que ver con aspectos emocionales: aumento de las relaciones sociales, autoestima, relajación, bienestar global…, emociones positivas en definitiva”.
Perros en los cuidados intensivos de adultos
La última frontera que han cruzado los perros de terapia ha sido la de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) de adultos. En distintos hospitales alrededor del mundo han empezado a usarlos para que los pacientes mantengan contacto con ellos y se relajen.
El Hospital del Mar de Barcelona es uno de los que se han lanzado a integrarlos. La iniciativa busca mejorar la estancia de las personas que se encuentran en la UCI y ayudar en el proceso de recuperación. En concreto, la terapia consiste en dos sesiones semanales de entre 15 y 20 minutos por paciente. Los protagonistas son dos perros, adiestrados para realizar terapia siguiendo los estrictos protocolos establecidos por el hospital y que cumplen todos los requisitos veterinarios para hacerlo.
El plan es hacer un estudio junto con la Cátedra Fundación Affinity Animales y Salud de la Universidad Autónoma de Barcelona para demostrar los beneficios de los animales como recurso terapéutico en la UCI.
Niños y canes, la mejor pareja
Muchas de estas terapias con animales están destinadas a niños. Uno de los estudios que ya ha tratado esta unión entre animales y cuidados es el publicado por la revista científica European Journal of Pediatrics bajo el nombre “Viabilidad de la aplicación de la terapia asistida con animales en una unidad de cuidados intensivos pediátricos: eficacia en la reducción del dolor, el miedo y la ansiedad”.
“La biofilia, que es una de las bases explicativas de por qué funcionan las intervenciones asistidas con animales, es aún muy potente en los menores. Esa necesidad de tener proximidad y de vincularse con el mundo natural y, por supuesto, con los animales y la naturaleza hace que sea una de las mejores opciones para trabajar con ellos”, explica Nuria Máximo.
Desde el año 2019, la Cátedra Animales y Sociedad trabaja en la Unidad de Cuidados Intensivos de pediatría por primera vez a nivel mundial. En ese entorno tan delicado, altamente tecnológico y vulnerable para los pacientes, las familias y los profesionales, los equipos previamente seleccionados y preparados para ello ofrecen una oportunidad de salir de esa rutina.
Se centran en actividades que pretenden relajar, movilizar, emocionar o simplemente volver a ser niños jugando con un perro y su guía. Sin embargo, la catedrática advierte que, ante el crecimiento de esta terapia, hay que ser “cautos” porque no existe una formación reglada.


