Se necesitan un par de palos y un recorrido que completar. Con ello es suficiente para adentrarse en un deporte apto para todos los públicos y suave, pero muy completo. La marcha nórdica, nacida en los países escandinavos en la década de los setenta, se ha ido extendiendo por el mundo y ahora son muchas las personas que deciden practicarla para mantenerse en forma. Esta actividad no nació como un deporte con derecho propio, sino que se trataba de una práctica que realizaban los esquiadores profesionales durante los meses de verano, cuando no había nieve con la que entrenarse. Así no dejaban de realizar esos movimientos típicos del esquí. Sin embargo, fue evolucionando hasta constituirse como un deporte más allá del esquí. Con él se realiza un refuerzo muscular de bajo impacto y se trabaja un 80 % de los músculos del cuerpo. Además, favorece la pérdida de peso y una mejora de la respiración.
Beneficios de la marcha nórdica
Para poder disfrutar de todos los beneficios de la marcha nórdica, es importante tener una buena técnica. Se debe caminar alternando el movimiento natural de brazos y piernas, y asegurarse de que los brazos están ligeramente doblados, a unos 90 grados. Algunos errores comunes pueden ser el de usar los bastones como apoyo y no como impulso, o inclinar demasiado el tronco y la espalda.
Con la práctica se puede llegar a obtener una buena técnica. Si se consigue este nivel se logra ejercitar el cuerpo de forma completa, ya que refuerza el fortalecimiento tanto del tren superior como el del inferior. Asimismo, los bastones ayudan a reducir la carga de las articulaciones en rodillas y caderas, convirtiéndose en una actividad de bajo impacto. La marcha nórdica también acaba procurando una postura más saludable al caminar.